sábado, 16 de julio de 2022

VOY A SER LEYENDA. FASE UNO: LA NOCHE DEL COMETA a la venta en Amazon

 

VOY A SER LEYENDA. FASE UNO: LA NOCHE DEL COMETA

Ha esperado seis años para salir al mundo, pero por fin le ha llegado el momento. Con un doble prólogo muy especial, la perfecta maquetación interior de James Crawford Publishing y la portada más yo que hubiera podido imaginar, obra de Ana Ruiz Campillo, disponible en formato papel y e-book en amazon, mi Zeta llega para echar la llave a la puerta que cierra definitivamente un ciclo y para hacerte pasar muy buenos/malos ratos.

 
La Oscuridad nos convierte en monstruos. Me refiero a la Oscuridad que constriñe el alma. Esa que nos devora poco a poco hasta convertirnos en carcasas vacías que deambulan por el mundo como zombis, sin cerebro, sin corazón.

Una chica sola, en un entorno hostil lleno de calles oscuras y puertas cerradas. Esa era yo: indefensa, impotente, asustada, sin esperanza. Sin nada por lo que luchar, excepto un gato. Sin armas para hacerlo, salvo una rabia inmensa que no debía liberar.

Necesitaba un apocalipsis. Uno metafórico, quiero decir. Uno que supusiera un fin de ciclo. Un detonante que me ayudara a liberarme de esa maldita Oscuridad que me impedía evolucionar y me ayudara a encontrar el valor para volver a sentirme viva.

Entonces pasó el cometa y se desató la única plaga que no se puede detener. Y tuve mi apocalipsis, sí. Uno literal. Un jodido fin del mundo para el que no estaba preparada.

Porque no se trataba únicamente de sobrevivir a lo que fuese que acechaba oculto por la niebla. Los gemidos, los golpes en las puertas y lo que habíamos visto en el almacén dejaban bien claro que la palabra «futuro» había dejado de tener sentido. Cuando la muerte es inevitable, lo único que podemos hacer es intentar no morir como monstruos. Pero ¿cómo salir victoriosa cuando los peores monstruos a los que debía enfrentarme no se hallaban precisamente al otro lado de las puertas?

miércoles, 13 de julio de 2022

¿Autopublicación o Editorial?

¿Por qué elegiríamos una u otra? No sé el resto (o sí, pero los motivos de cada uno son distintos), pero yo sé por qué elegí la autopublicación hace nueve años. No conocía cómo funcionaba el mundo editorial, pero sabía que uno de los requisitos para publicar con editorial era presentar el libro; eso significaba hablar de mi trabajo delante de un puñado de personas. Era (soy) una persona muy tímida y no me sentía preparada para hacer mi primera presentación. A través de mi blog Historias de Thèramon había conocido a otros autores, y muchos de ellos estaba publicando sus novelas en Amazon. Recibí consejos y ayuda para lanzarme, y lo hice. La experiencia fue satisfactoria. El primer día mi novela se coló dentro del Top 100, recibió muchos comentarios positivos (qué digo, ¡fantásticos!) y muchas estrellitas, y también un puñado de reseñas en blogs. Ese primer año, sin apenas hacer publicidad, se vendieron casi trescientos ejemplares de El chico perfecto no sabe bailar el twist, tanto en digital como en papel. A día de hoy se sigue vendiendo, y también se lee gracias al programa de préstamos de Kindle Unlimited (K.U).

Desde entonces he asistido a varios eventos literarios, he participado en presentaciones conjuntas y en charlas sobre literatura, he firmado junto a compañeros de antologías y he descubierto que, pese a mi timidez y a mi miedo escénico, puedo hablar en público sin morirme de la vergüenza (y sin que nadie me coma). Así que hace cuatro años, con el manuscrito de Laudaner listo para ser publicado, y con una editorial que se mostró interesada, me animé a probar el otro camino. Hice mi primera presentación, que fue un éxito, tuve la oportunidad de firmar en Barcelona durante un Sant Jordi, cumplí mi sueño de ver mi libro en Gigamesh, hice mi segunda presentación, que no fue un éxito, mi libro (sin mí esta vez) estuvo presente en distintas ferias, incluso en la librería más grande de la ciudad en la que vivo. Puesto que trabajaba en un restaurante y era muy querida por los clientes que lo frecuentaban, vendí y firmé muchos ejemplares en mi lugar de trabajo. Con decirte que en tres días ya había agotado la primera impresión, que fue de cien ejemplares. Dirías que fue un éxito, ¿verdad? Supongo que lo fue. Pero no lo sentí como tal. Sí es cierto que varias personas vinieron a decirme que lo habían leído y que les había maravillado, lo cual fue un subidón de entusiasmo, pero me faltaron las opiniones de extraños a través de Amazon, de Goodreads o en forma de reseñas en blogs. Por no mencionar que el nefasto Covid me alejó de mi lugar de trabajo y me impidió seguir vendiendo ejemplares, así como volver a Barcelona en Sant Jordi o estar presente en la Feria del Libro de Madrid, que ese año no se celebraron. Laudaner es un libro maravilloso que merecía volar alto, y sin embargo su vuelo se vio abortado nada más despegar. Como comprenderás, el Entusiasmo desapareció junto con la Esperanza que empezaba a renacer. Mis emociones volvieron a desequilibrarse. Me planteé rendirme una vez más. Una vez más, no pude. Rendirse no es una opción.

Desde que Covid apareció para poner patas arriba nuestro mundo, he tenido mucho tiempo para pensar en muchas cosas. No ha sido la primera vez que he sufrido un bajón anímico o una crisis de fe, pero sí la única en la que me he visto tocando fondo. Desde que volví, digamos, a la vida después de dejar atrás lo que llamo los Años Oscuros (y si has leído Laudaner sabrás a qué me refiero) he estado manteniendo una batalla interior contra la Oscuridad (no esa que llega con el ocaso, sino la que constriñe el alma y la deja vacía), luchando contra un bloqueo que no era literario aunque me impedía escribir como en los viejos tiempos, y buscando la Esperanza, el Entusiasmo y el Equilibrio perdidos. Cuando sentí que ya no podía seguir adelante, el Universo me tendió la mano. No me trajo algo fantástico, sino que me envió una dolencia que me tuvo un año entero de baja. Y eso fue bueno, porque me hizo comprender lo que la aparición de Covid me había empezado a mostrar. Sabía lo que quería de la vida, pero no sabía cómo podría conseguirlo, pues todavía me hallaba llena de miedo: a lo desconocido, a lo incierto, a mi propio potencial. He sufrido tanto rechazo por parte de las personas con las que trabajaba, me he sentido tan pequeñita, tan despreciada por ser «diferente», tan sola, que no tenía ni ganas de seguir viviendo, pero tampoco me atrevía a salir de mi zona de confort y empezar de nuevo en otra parte. Un año lejos del ambiente tóxico en el que me estaba asfixiando logró que desapareciera la ansiedad, y me ayudó a tomar la decisión: prefería no tener nada material (me refiero a la seguridad que da un sueldo) a no tener nada dentro (me refiero a Esperanza, a ganas de vivir, a ilusión, a deseo). Cerrar ciclos siempre es difícil, abandonar la zona de confort siempre es difícil, pedir ayuda (ayuda profesional) siempre es difícil. Pero es necesario para Evolucionar.



Soy la niña de la E. Hasta me he tatuado esa letra porque representa lo que soy y lo que quiero conseguir. Soy Escritora, y deseo tener Éxito en la vida, también en la literatura.

Y eso nos lleva a la elección entre publicar con editorial o volver a ser una autora indie.

En 2012, en medio de esa batalla interna que te he mencionado, empecé a escribir una historia. Al principio no iba a ser otra cosa que un relato de terror con el que pretendía calentar motores y pasar un rato divertido, pero enseguida se convirtió en una especie de papelera en la que arrojar lastre emocional. Era tanto lo que debía sacarme de dentro que tardé tres años en terminar de escribir esa novela. La titulé Voy a ser leyenda, como este blog, en parte porque era una especie de homenaje a la novela de Matheson, y en parte como una declaración de intenciones. Cuando hablé de ella contigo, la llamé Zeta. Todo el mundo pensó que se trataba de una novela de zombis. Y, bueno, sí es una novela de zombis, pero no lo es. O debería decir que no es una novela de zombis típica. Es una historia que habla de monstruos. Los zombis son una metáfora, podría haberse tratado de cualquier otro monstruo, pero no olvidemos que Zeta era mi cubo de la basura emocional y que yo misma había estado deambulando por la vida como un zombi desde el comienzo de los Años Oscuros. El caso es que no podía publicarla mientras siguiera dentro de ese ciclo que me estaba consumiendo. Porque hacerlo significaría tener que abandonar a la fuerza la zona de confort, y no estaba preparada. Sin embargo, debía cerrar el ciclo, y para ello necesitaba que Zeta saliera a la luz. He cambiado de trabajo y he dejado marchar muchas cosas, y a muchas personas, para poder empezar de nuevo sin más miedo, sin más desesperanza. Ya es el momento de liberar a Zeta y ser la E que estoy destinada a ser.

La pregunta era ¿autopublicación o editorial? Si hubiera elegido lo segundo, habría sido fácil. Tenía dos editoras maravillosas que me trataron muy bien y que habrían apostado por mi Zeta sin dudar. Pero después de haber sido testigo del vuelo frustrado de mi dragón, ¿quería volver a intentarlo con otro libro? ¿Después de Covid, y sabiendo que aún está por ahí mutando y acechando, me atrevería a (ahora que dispongo del tiempo que no tenía en el otro trabajo) asistir a eventos, a presentaciones, a ferias? Después de mis dos experiencias hablando en público de mi trabajo, ¿tenía ganas de volver a repetir? Tenía la espinita del vuelo fracasado de Laudaner, estaba triste y enfurruñada porque sentía que mi dragón merecía volar alto, quería darle otra oportunidad, esta vez en Amazon. ¿No haría lo mismo con mi nueva novela?

Te voy a decir una cosa. Cuando publicas con una editorial pequeña que apenas tiene distribución, siendo un autor prácticamente desconocido, las ventas que se consiguen a través del carrito son muy pocas; la genial So Blonde habla a veces de las «ventas de proximidad», refiriéndose al trabajo que debemos hacer los autores en nuestro círculo (trabajo, amigos, familiares) o asistiendo a ferias y eventos. Cuando tu novela está en Amazon, que es el mayor escaparate virtual que existe, llegas mucho más lejos que cuando tu libro apenas se ve en una estantería o en un stand abarrotado, aunque en ese escaparate haya cientos de miles de libros. Cada valoración positiva es como un foco que ilumina tu libro brevemente, haciéndolo destacar entre esos cientos de miles. Cada ejemplar vendido es un escalón (pequeñito, pero escalón al fin y al cabo) que te ayuda a subir para ser un poco más visible. Y eso sin mencionar que las regalías que obtienes con una editorial son del 10%, mientras que en Amazon, dependiendo del precio que le pongas a tu libro, pueden ser del 30% o del 70%. Que no es que hagamos esto para vivir de ello, al menos no los autores que, como yo, publicamos un libro cada seis años, o cada tres; pero, qué demonios, si te van a pagar seis euros en lugar de uno, no vas a decir que no.

Pero más que lo que me paguen por cada ejemplar vendido, lo que quiero es que el libro se venda. Porque si no se vende, no se lee. Y a mí lo que me interesa es que se lea, se disfrute y se me valore. No voy a negarlo: quiero el reconocimiento por un trabajo bien hecho. Quiero valoraciones positivas y comentarios y reseñas que digan que Bea Magaña es buena, que la prosa de Bea Magaña es adictiva, cojonuda, impactante, que las historias de Bea Magaña te estremecen y te llegan al corazón. Eso no me lo van a decir las personas que han comprado mi libro «porque es mío», porque me aprecian por cómo los trato cuando van a mi trabajo. No quiero que mis libros se conviertan en recuerdos bonitos pero no utilizados en una estantería, quiero que se lean, que se disfruten, que cumplan con su objetivo, que es el de fascinar, emocionar u horrorizar al lector, llegar al corazón del lector. Y para eso necesitan llegar lejos. Por eso me he decantado por la autopublicación de nuevo.

Y mientras espero a que Amazon me dé el OK y Voy a ser leyenda. Fase Uno: La noche del cometa salga a la venta en ese inmenso escaparate, estoy finiquitando la maquetación de Laudaner, que lo acompañará, y también estoy trabajando (no yo, yo corrijo, no sé maquetar) en El chico perfecto no sabe bailar el twist, porque quiero que se diga que Bea Magaña escribe de puta madre, pero también que se toma en serio su trabajo y que da gusto leer sus libros porque los cuida al detalle. Que ya sabes lo que digo a menudo: que gracias a Amazon cualquiera puede publicar su libro. Y eso es bueno, porque da la oportunidad a muchos buenos autores, pero también es terrible cuando ves que hay muchos otros que, en su afán por publicar a toda costa, no cuidan la forma ni el aspecto. Que no me extraña que mucha gente opine que en Amazon sólo publican los mediocres que no encuentran editorial. Pero, mira lo que te digo, encontrar editorial no es tan difícil. Lo difícil es escribir una buena historia y escribirla correctamente. Gracias a mi suscripción a K.U he descubierto joyitas que me han tocado el corazón. Me gustaría que el mundo descubriera mis propias joyitas.

Así que en breve te daré noticias. Sobre Zeta, sobre mi dragón y sobre la Gata y su chico perfecto. Hoy quería explicarte por qué he decidido volver a la autopublicación, y por qué he recuperado los derechos de Laudaner. También aprovecho este post para dar las gracias a Lupe y a Marga, las editoras de Maluma, que se han portado estupendamente conmigo. Si he decidido volar por mi cuenta no ha sido porque haya tenido ningún problema o mal rollo con ellas, todo lo contrario. Lo he hecho porque he recuperado la Esperanza, el Entusiasmo y el Equilibrio que había perdido, porque por fin he salido de mi zona de confort y he cerrado un ciclo de mierda, y porque ya no tengo miedo a desplegar las alas y volar. Porque por fin Amo y Creo. Amo lo que hago y creo en mí misma. Y, aunque me cueste años, voy a Hacer Que Suceda: Voy a ser Leyenda.

domingo, 15 de mayo de 2022

Todo tiene su momento.

No sé si sigues por aquí. Ha pasado mucho tiempo desde mi última visita a este lugar, y aún mucho más desde que contaba cosas que podrían resultarte interesantes. Y no me refiero a novedades literarias, aunque sé que esas siempre te han alegrado. Hablo de cosas importantes como el deseo, la esperanza, el entusiasmo y la fe. ¿Recuerdas los primeros años de vida de mi primer blog? Hablo de Historias de Thèramon, donde nos conocimos. Qué abandonadito lo tengo, dioses, y qué tristeza siento al pensar en aquellos días, cuando recorríamos juntos un camino lleno de baches convencidos de que nos iba a llevar a un destino fantástico. No sé si eres uno de los compañeros de viaje que cumplieron sus sueños y avanzaron o si, al igual que yo, perdiste la fe en algún momento y te detuviste en el arcén a recuperar fuerzas o a librar una batalla contra la Oscuridad. Sea como fuere, si nos conocimos allí, hace ya la friolera de once años, tal vez recordarás que entonces te dije que todo tiene su momento.

En otra vida, antes de que mi mundo se volviera del revés y aterrizara en este rincón de la blogosfera, solía decir lo siguiente: «Los sueños se cumplen cuando les llega el momento, pero hemos de ser constantes, trabajar por ellos y no perder la fe en nosotros mismos». En el año 2011, tras salir de una muy mala experiencia personal y reencontrarme con un espíritu afín que me recordó lo que yo había sido y lo que aún deseaba ser, recuperé el deseo y la fe que había perdido por el camino y fui lo bastante ingenua como para autoconvencerme de que el momento había llegado. Esa declaración de intenciones todavía aparece bajo la foto de mi avatar en el blog: «Los sueños se cumplen cuando les llega el momento. Y el momento es ahora».

Podía haberlo sido, de hecho, si no hubiera sido tan ignorante, porque tenía la constancia, la voluntad, el deseo, la fe y las herramientas necesarias para escribir una historia fantástica y maravillosa, y la ilusión para buscarle editorial o publicarla por mi cuenta. Pero me faltaba algo, no sé si llamarlo experiencia, tal vez decir sabiduría suene muy pretencioso. Si hubiera sido sabia entonces, no me habría lanzado a afirmar aquello con tanta alegría. Porque no era el momento. Porque no estaba preparada para cumplir esos sueños.

Once años después, y con varias nuevas experiencias malas en la mochila, he comprendido que ni el deseo, ni la fe, ni la constancia, ni el trabajo duro van a ayudarnos a cumplir nuestros sueños si no estamos preparados para vivirlos, o para recibir las recompensas. Porque, verás, a veces el momento llega cuando menos fuerte te sientes, cuando menos esperanzas tienes, cuando más jodido te encuentras. Cuando la mochila cargada de lastre psicológico y emocional pesa tanto que ya no tienes ni ánimos ni energías ni valor para seguir llevándola a cuestas. Cuando te hallas dentro de un túnel y no ves un resquicio de luz a lo lejos. Cuando has tocado fondo. Sí, a veces el momento llega cuando lo has perdido todo... y descubres que, puesto que ya no te queda nada que perder, ya no tienes miedo. Ni al futuro, ni a lo desconocido, ni a la Oscuridad, ni a la muerte. Ni a vivir.

Covid me enseñó que hoy estás y mañana quién sabe. Se llevó la esperanza, el entusiasmo, el deseo, las ganas, pero dejó una valiosa lección. No sé a ti, pero a mí me ayudó a cambiar tanto las prioridades como la forma de ver. El mundo, a mí misma. Los retos que culminaron con la publicación de Laudaner me hicieron comprender que no tenía un bloqueo literario, pero saber que las musas seguían activas y que yo conservaba las herramientas necesarias para seguir escribiendo no hizo que volviera a escribir. Lo he intentado desde entonces, lo he intentado varias veces, he empezado nuevas historias, he rescatado novelas viejas con la intención de limpiarles la carita para que pudieran ver la luz, he abierto los diversos archivos de Thèramon pensando que no podía avanzar con ninguna otra historia porque lo que mi corazón me pedía era que volviera a casa, junto a mis dragones. Incluso he intentado escribir a cuatro manos, esperando encontrar la motivación y la voluntad necesarias en la motivación y la voluntad de un compañero de letras.

Nada ha funcionado, porque el bloqueo seguía ahí. Uno no literario, insisto. Uno que me tenía dentro de un bucle destructivo del que no sabía cómo salir. Porque no tenía un destino, ningún lugar al que ir, porque ni siquiera veía el camino, porque no era valiente para dar el primer paso y crearlo. Porque a la Oscuridad interior contra la que llevo media vida luchando se había unido otra, externa, compuesta de varios colores que no surgían de mí pero que me contaminaban, borrando el rosa que me define, el que representa todo aquello que fui antes de empezar a vestirme de grises y negros, el rosa que identifico con la inocencia, la ternura, la belleza, la esperanza, los sueños, la fe, la libertad. Llevo muchos años rodeada de verdes ponzoñosos, de grises asfixiantes, de roja envidia, de dorada hipocresía, de negra malicia. Traté de rodearme de rosa, en un intento de conservar el poco que pudiera quedarme dentro: rosa en mi ropa, en mis complementos, en mis accesorios, en mi casa. Tuve un amigo que solía decirme que parecía la princesa chicle. Esto fue allá por 2012. Ya entonces las cosas estaban mal, ya entonces sabía que la Oscuridad que me estaba venciendo no se hallaba únicamente dentro de mi cabeza o de mi corazón.

En un intento de enfrentarme a aquella nueva Oscuridad, comencé a escribir una historia de terror apocalíptico en la que la protagonista se enfrentaba a dos tipos de monstruos, unos tangibles y otros metafóricos. A medida que esa historia iba creciendo, me di cuenta de que los monstruos que la acechaban tras las puertas cerradas eran la metáfora, y que la historia en sí se había convertido en una especie de papelera en la que arrojar toda la basura emocional que me mantenía bloqueada. Utilicé la narración en primera persona para vomitar rabia, bilis, indefensión y miedo, y situé a mi protagonista en el escenario que mejor conocía, y rodeada de los personajes que emitían aquellos colores que, mezclados entre sí, conformaban aquella otra Oscuridad que poco a poco iba consumiendo mi rosa interior. El proceso fue catártico, pero también fue traumático. Me costó tres años terminar esa historia porque la dejé aparcada muchas veces, la última durante un año entero. Siempre pongo corazón y alma cuando escribo, pero esta novela la escribí desde las entrañas. Era tan yo que me acojonaba, y tan metaficción que no podía sacarla a la luz. Porque los personajes descritos eran reales, y estaban deseando ponerle las garras encima para comprobar cómo los había caracterizado y hasta qué punto los odiaba (sigh).

Y esas personas que trasladé a mi ficción apocalíptica, a mi cubo de la basura emocional, no necesitaban motivos extra para seguir amargándome la existencia.

Desde 2012, las cosas han ido a peor. Mi lugar de trabajo dejó de ser mi segunda casa para convertirse en ese patio del colegio en el que los niños raritos, los diferentes, los incomprendidos, sufrimos en silencio el desprecio y el acoso de los populares, de los frustrados, de los mediocres y de los violentos. La publicación de Laudaner me dio un respiro, 2019 fue algo así como mis quince minutos de gloria y llegué a sentirme muy querida, pero no por mis compañeros de trabajo, sino por los clientes que consiguieron devolverme la fe en mí como persona (dado que todos compraron mi libro por el afecto que me tenían) y como escritora (pues todos los que lo leían venían a decirme que les había maravillado). De este éxito a pequeña escala te hablaré otro día, así como de la decisión que he tomado respecto a la novela de la que te estoy hablando. Antes de presentártela de forma oficial quiero acabar esta explicación o reflexión o lo que sea, porque necesito terminar de cerrar una puerta antes de volver al camino y ponerme en movimiento. Rumbo a Thèramon, o eso espero.

A lo que iba. Tras un año de entusiasmo desmedido que no supe dosificar, que me desbordó y me dejó vacía con la llegada de Covid, con el confinamiento, el cierre de la hostelería que me tuvo incomunicada tres meses, las posteriores restricciones que convirtieron la vuelta al trabajo en una montaña rusa de emociones que no supe gestionar, pues tan pronto me hallaba entusiasmada por volver a ver las sonrisas que me motivaban como desmoralizada al verme tratada como si fuera el último mono de la empresa, agobiada por la falta de trabajo (cuando sólo nos permitían servir comida para llevar) o por el exceso (cuando por fin nos permitieron abrir al público y tuve que hacer mi parte y la de las compañeras que todavía estaban en el erte), me vi de nuevo convertida en blanco (más que de costumbre) de las frustraciones de unos, de la desidia de otros, de la mala folla de los tóxicos, aguantando gritos, menosprecio, bullying o mobbing o maltrato sin más, temiendo y a la vez deseando que me echaran, pues su forma de tratarme era indicador de que no me querían allí, dudando de que llegaran a hacerlo después de quince años en la empresa, cayendo poco a poco en una depresión que me mantenía dentro de ese bucle autodestructivo, anclada en mi zona de confort que era de todo menos confortable, convertido mi dragón interior en una mera lagartija, más hundida de lo que había estado durante lo que llamo los Años Oscuros, de nuevo sin sentirme viva y de pronto sin deseos de vivir.

Y no podía pedir ayuda, porque no sabía, porque no tenía a quién pedírsela, porque estaba tan bloqueada que ni siquiera podía hablar de cómo me sentía.

Mi cuerpo habló por mí. Un dolor insoportable que comenzó de repente y que me tuvo cuatro días llorando (sí, yo, la que no llora nunca porque tiene un estreñimiento emocional, llorando de puro dolor) mientras seguía sirviendo mesas, dolor que no generó compasión entre mis jefes y mis compañeros, por cierto, me hizo decir «Hasta aquí he llegado, me largo de aquí». Que me estaba muriendo y que ya todo me daba igual, y así se lo comuniqué antes de irme a urgencias. Me dieron la baja, por supuesto. Y aproveché que estaba en la consulta de mi doctora para pedir ayuda, creo que por primera vez en mi vida. Porque puede que alguna vez haya pedido un favor para alguien, pero nunca he sabido pedir nada para mí. La doctora me envió al psicólogo.

Era una mujer mayor, me dio muy buena vibra desde el primer momento, me escuchó durante dos horas, hablé y lloré como hacía años que no podía hacer. Luego no volví a hablar. Permanecí en silencio mientras el cuerpo sanaba y la mente trabajaba para superar la ansiedad. Sin sentirme culpable por no poder trabajar, sin agobiarme por lo que pudieran pensar o decir de mí, sin frustrarme por no ser capaz de expresar cómo me sentía, sin forzarme a tomar una decisión mientras no me sintiera preparada. Mientras diferentes especialistas me hacían pruebas para localizar la causa del mal físico que me impedía volver a trabajar, seguí viendo a la psicóloga. Durante aquellas visitas ella habló y yo escuché, y aunque no me dijo nada que no supiera ya, sí que me ayudó a reorganizar mis prioridades. Descubrí que lejos de aquella Oscuridad tóxica la ansiedad desaparecía. Comprendí que no podría volver a comunicarme hasta que cerrara esa puerta y saliera del bucle. Supe que el momento se acercaba, y que esa pausa obligada era la oportunidad que el Cosmos me estaba dando para que me preparase. Debía curarme, y después ya estaría preparada.

Para enfrentarme al miedo, a la página en blanco, al futuro incierto. Para volver al camino. Para empezar a recibir todo lo bueno que me merezco. Para volver a brillar. Para volar por fin.

Un año después de aquello, habiendo aprendido ¡por fin! que yo soy lo más importante de mi vida y que la salud, tanto la física como la mental y la emocional, es más importante que un trabajo en el que no se te valora, no se te aprecia y no se te cuida por bueno que seas en lo que haces y por mucho que te dejes la piel y el alma en ello, he mantenido aquel «Hasta aquí he llegado» y me he marchado. Con miedo por el futuro incierto, pero sin miedo. Porque no sé dónde voy a estar mañana, y no voy a preocuparme ahora de eso. Porque nada puede ser peor que lo he he dejado atrás por fin. Porque al convertirme en mi prioridad me he dado un poder que no recordaba que me pertenecía, y ahora soy libre para ser yo misma, y soy fuerte para seguir adelante, incluso comenzando de nuevo, que no de cero. Pues ya no tengo lastre emocional en mi mochila, sino lecciones aprendidas. Porque ya no me queda nada que perder.

¿He vencido al miedo? ¿He vencido a la Oscuridad? No lo sé, no me preocupa mucho. He superado la ansiedad y la depresión, y después de un año prácticamente desconectada del mundo he sido capaz de volver a escribir desde las entrañas, una entrada para un blog que nadie va a leer, vale, pero he desbloqueado eso que me impedía enfrentarme a la página en blanco. Vuelvo a respirar, vuelvo a creer en mí, vuelvo a sentirme fuerte y ya no cargo una mochila llena de lastre a las espaldas. Ya puedo alzar el vuelo.

Ya puedo publicar esa novela. Ya no me importa cómo vayan a reaccionar sus protagonistas cuando la lean. Ya no pueden hacerme daño.

Si has llegado hasta aquí, quiero decirte que se puede salir de la depresión sin necesidad de pastillas. Que siempre vas a encontrar quien te escuche y quien te comprenda y quien te apoye si te atreves a pedir ayuda. Que debes pedir ayuda cuando no puedas seguir adelante tú solo. Que la salud mental es tan importante como la física. Que incluso con la crisis hay miles de puestos de trabajo, y que no debes tener miedo de dejar el que tienes si en él te sientes desgraciado. Que tú eres lo más importante de tu vida, y que debes cuidarte. Que debes amarte. Que debes respetarte y hacerte respetar. Que nadie tiene derecho a menospreciarte, ni a atacarte, ni a maltratarte, ni a hacerte sentir una mierda. Que mereces todo lo bueno, todo el amor y todo el éxito que seas capaz de soñar, y más aún. Que cuando comprendas esta gran verdad y la aceptes, estarás preparado para recibir todo lo bueno que mereces.

Todo ocurre a su debido momento. Todo llega cuando estamos preparados para recibirlo. No permitas que la Oscuridad te envuelva. La Oscuridad nos convierte en monstruos. Los que llevan dentro esa oscuridad son monstruos que devoran a los demás. Los que nos dejamos consumir por esa Oscuridad que nos rodea nos convertimos en monstruos que destruyen su propia alma. Lucha, por favor, y si no puedes vencer tú solo, pide ayuda. La muerte también llega a su debido momento; no mueras en vida, deja que los zombis se limiten a las historias de terror apocalíptico y vive.




miércoles, 15 de diciembre de 2021

LAUDANER: Un puñado de fantásticas reseñas

Se acaba otro año y es costumbre hacer balance, quizás porque necesitamos comprobar que, a pesar de los malos momentos, ha habido muchas cosas buenas, o porque nos satisface ver que, aunque sea a pasos cortitos, vamos avanzando. No sé, podría ser una mera tradición o una forma de alimentar el ego, o de automotivarse. Yo, como escribo cuando me lo pide el corazón, no puedo decir que lo haga por un motivo o por otro. A veces siento deseos de compartir recuerdos bonitos contigo, otras los dejo aquí para mí misma. Hoy, después de un año sin visitar mi rinconcito virtual, vengo a llenar mi alacena de los recuerdos felices para evitar que se pierdan en ese inmenso universo que es la red.

Si miras a la derecha, verás que hay un puñado de pestañas dedicadas a reseñas, tanto de mi novela como de antologías en las que he participado. Es posible que, si pinchas en alguno de los enlaces, te encuentres con que la página a la que debían dirigirte ya no exista. Blogs que han cerrado, artículos descatalogados, opiniones en Amazon que han desaparecido... No es que los lectores se prodiguen a la hora de comentar públicamente nuestro trabajo, por lo que resulta frustrante descubrir que se ha perdido alguna reseña, opinión o comentario. ¿Cómo conservarlas para siempre, entonces? Me pregunto si es moralmente lícito copiarlas en lugar de limitarse a compartir el enlace del sitio en el que están alojadas. He pensado mucho en ello a lo largo de este año. Al final he decidido que no hago daño a nadie si copio un texto que no es de mi autoría, siempre que mencione al autor y la página en la que aparece.

Laudaner ha recibido muchas opiniones fantásticas, la mayoría de forma privada. Bien en persona, bien por mensaje o por correo, que por respeto a la privacidad de esos lectores no he compartido. Pero también ha recibido un puñado de opiniones públicas, no muchas, y son esas las que quiero conservar en mi alacena. Si alguno de los autores de dichas opiniones se pasa por aquí y se ofende o se indigna y considera que me he extralimitado y desea que elimine el texto que le corresponde, no tiene más que ponerse en contacto conmigo y yo editaré esta entrada, borraré el texto en cuestión y me conformaré con dejar el enlace. Que, de todos modos, aparece también a la derecha, en una pestaña que acabo de crear para recopilar las reseñas de mi libro.

La única opinión que Laudaner ha recibido en Amazon deseo conservarla porque llegará el momento en el que esa página dejará de estar disponible. Pero de esta decisión te hablaré en su momento. Vamos con la opinión de Alba, que puedes leer pinchando en este enlace:

Alba Lamas

Muy recomendable

Revisado en España el 18 de julio de 2019

Hace unos meses cayó este libro en mis manos. La verdad es que ya había leído de ella alguna cosa con anterioridad. Pero esta recopilación me ha dejado muy buen sabor de boca y no solo por los relatos, que son muy variados y en ellos se puede disfrutar de su prosa y de su evolución ya que nos explica en qué momento de su vida y porqué surgió esa obra, sino también por que, de alguna manera, a través de sus letras he conocido un poco más a esta mujer y su poder de superación.

Es un libro para saborear en cada uno de sus relatos.
No pongo más porque no me gusta hacer spoiler. Para mí ha sido muy gratificante, hasta en lo escatológico, hacer leído esta recopilación de relatos, unos ya los había leído y otros me eran inéditos...
Muy recomendable.


No creo que Goodreads desaparezca, pero no es una red que visite con frecuencia y no sé si las opiniones desaparecen como suele suceder en Amazon, así que voy a dejarte la opinión de Katty, que puedes leer pinchando en este enlace:


Katty Le's review

Oct 25, 2019

Una de las mejores antologías que he leído. Y aún así me cuesta empezar esta reseña porque me ha gustado tanto que no sé cómo hacer para meteros el gusanillo en el cuerpo. Voy a intentarlo.

Laudaner no es sólo un libro de relatos, entre sus páginas encuentras un camino, uno que la autora ha recorrido y que muchos autores, y no autores, tenemos que recorrer en algún momento. Porque no habla sólo de un bloqueo de escritor y de cómo lo ha superado (o no), sino también de un proceso, de una lucha, de una batalla encarnizada con uno mismo, con los acontecimientos que trascienden tu vida y que te desinflan o te hacen más fuerte. Laudaner es un amigo que te ayuda a avanzar, que te da la mano y te dice que todo se puede, que tienes que amar y creer, porque esa es la clave. Te da esperanzas cuando tú la has perdido toda. Y este es el mayor acierto de esta antología, ver ese camino y esa facilidad que tiene Bea de hacerte parte de él.

Pero, claro está, la cosa no acaba ahí, porque también hay relatos, unos interesantes y otros jo***damente buenos (y perdonarme la efusividad). Y es que Bea Magaña es una gran escritora, sabe exactamente lo que quiere contar y te lo cuenta de una forma perfecta en cuanto a historia y ejecución. No le falta de nada. Destaco aquí los relatos que más me han gustado, dando pequeñas pinceladas que espero que os animen a su lectura.

Laudaner: Es el relato que da el pistoletazo de salida. Delicado, esperanzador, fantástico. Después de este quieres más de Thèramon, mucho más.
El recipiente: Me parece una obra maestra de los relatos. Una trama espectacular que te hace querer saber más y más, incluso una vez terminado deseas conocer más, porque es misterio en estado puro, son dioses primigenios, es magia oscura, es un fanfic maravilloso de Lovecraft. Lo amarás.
La Cofradía del Cristo del Mal Rollito: Desternillante, te hará replantearte muchas cosas sobre la religión pero con una sonrisa en la boca.
Radioactiva: No hay mejor cura que tomarse las cosas con humor, y es que cuando te hospitalizan tienes que entretenerte con lo que sea. Aunque sea hablando de tu caca, o la falta de ella.
Canción para la noche de difuntos: A ver, no es un relato, es una canción, pero para una amante de Halloween/Samhain, no había mejor forma de ganarse su corazón. Versión en inglés y en castellano.
Papá, no sé de dónde salen las arañas muertas: Titulo largo para un relato que se hace muy corto. Con una idea original de las funciones que cumplen los gatos en las casas. ¿Alguien ha visto alguna vez a los filamentomorfos? Pues eso.
Cuatro días de oscuridad (Oshfovi II): ¿Qué pasaría si hubiese cuatro días de oscuridad? Este relato nos muestra una de las posibles cosas que podrían pasar. Un punto de partida perfecto para una historia muy interesante.

Bueno, esos sólo son algunos de los relatos que te vas a encontrar en este libro, pero no significa que los demás sean malos, sino que estos me han llegado a la patata. Si has leído hasta aquí y no te han dado ganas de leerlo, es que lo he hecho muy mal o es que no tienes alma. Tenéis que darle una oportunidad, no os defraudará. Por favor, Bea, sigue escribiendo, que me has dejado con ganas de mucho más. Gracias, una admiradora.


La siguiente opinión está alojada en Babelio, que me parece que es una web para lectores tipo Goodreads, aunque no puedo asegurarlo porque no me he registrado para investigarlo. La firma Soraya47, y puedes leerla pinchando en este enlace:

Soraya47 06 abril 2021

Os puedo asegurar que leer la pluma de Bea Magaña es un escape de la vida rutinaria. Ella encontró ese camino con el que sueñan muchos autores, lograr desbloquear este mundo y llevarnos de viaje. Es difícil explicarme cuando no poseo el poder de las palabras, pero cuando acabas de leerla te sientes mejor persona.

Usa una prosa hermosa, real, nacida del puro amor por la literatura, esta mujer lleva el arte en sus venas, su tinta es su propia sangre de lectora.

Su libro de relatos Laudaner es una colección de historias con tanta variedad que van a satisfacer las ansias literarias de vosotros, los lectores. Desde ciencia ficción, humor negro, terror ... todos los matices del género especulativo ... pero lejos de ser una serie de historias separadas, existe un objetivo unificado que las conecta. A través de diferentes voces se nos cuenta la historia de conquistar contra viento y marea, de renovación y de la magia y el poder de la creatividad. A pesar de la variedad, toda la colección se une con una gracia ecléctica que inspira y deleita.

Esa narradora sin palabras, un héroe fallido, un dragón con miedo a volar…Porque más allá de ser una recopilación de cuentos es un libro brillante para escritores y cualquiera que haya luchado, que son todos. Es la historia que asegura que volverá el amanecer, que las pesadillas se desvanecen y que, finalmente, las montañas se escalan. El peor enemigo al que debamos enfrentarnos somos nosotros mismos. Más que una simple lectura, es una lección, una aventura, un escudo, una esperanza, todo envuelto en líricas palabras de las cuales vas percibiendo su evolución en el tiempo, sientes crecer la escritora de su interior humana, entenderás el motivo por el cual las escribió. Aquí las recopila dejando una pequeña joya en este mundo de la literatura.

Conformado por una veintena de relatos, tres microrrelatos y una canción, siempre unidos por el mismo hilo en que fue tejida la antología. Entraremos en el mundo de Théramon, luego nos asombramos del modo en que un juego legendario como es el ajedrez puede ser cómplice de un crimen pasional. Seguirá un relato dejándonos un sabor a Lovecraft de dioses primigenios y magia oscura. Leeremos cierto escrito más accesible para una comprensión directa del lector que, aunque toque el tema de la religión, deja una buena sonrisa, soy cristiana, pero tengo sentido del humor, por Dios.

¿Qué más vais a leer? Un homenaje a uno de sus autores preferidos Stephen King de una de sus mejores obras. Un microrrelato cuya belleza se encuentra en las muchas metáforas que usó la autora, sorprende gratamente. El cuento de un antihéroe, también cierta historia de amor nada romántica. Una pandemia zombie, una canción para la noche de difuntos, hay versión en castellano e inglés.

El titulado “ URD” mi favorito. Escrito desde el final dejando de nuevo un homenaje a otro de sus autores, esta vez Richard Matheson. Y más, unos con mejor calidad que otros, ya os advertí que estamos siguiendo el crecimiento desde sus comienzos hasta cuando logró convertirse en escritora. Un relato de un videojuego de fantasía, otro sobre los secretos de nuestras mascotas los gatos. Una historia policiaca fusionándose en el género del terror. Una reflexión de la propia autora. El relato de una Comunidad después de sufrir un apocalipsis y refugiarse bajo tierra…

Increíble ¿Verdad?

Bea, no sólo nos escribió unos relatos que algunos de ellos permanecerán con vosotros mucho tiempo, ella es la búsqueda del valor para afrontar peligros o situaciones límites... o simplemente una profunda introspección en el inicio de un viaje espiritual de autorreconocimiento. Es como ir en busca de un mito, encontrar algo raro, hermoso y mágico. Lo que realmente buscamos es esto en nosotros mismos. Encontrarlo requiere una mente abierta, fe y confianza. Encontrarnos a nosotros mismos requiere lo mismo y es entonces cuando nos damos cuenta de nuestro verdadero potencial.

Haceros un favor y regalaros este libro. Palabra de reseñadora.


La siguiente reseña aparece en la web de un diario digital, y leerla resulta muy engorroso porque salen anuncios y ventanitas y cosas de esas, y de todos modos es una reseña conjunta de varias antologías que hizo So Blonde en la sección La Cara Oculta, puedes leerla pinchando en este enlace:

Laudaner es aquel que canta laudas, es un cantador de historias, un aedo, un bardo. Esa es mi definición de la palabra inventada por Bea Magaña y así se denomina ella misma, aunque de forma fallida, ya que se ha convertido en un personaje. Me explicaré. Este volumen recoge la mayoría de la producción de relatos de Magaña publicados en distintas antologías. Trabaja muy diversos géneros, estilos y formatos. Hay canciones, hay ciencia ficción, fantasía, toques de comedia, terror en distintos subgéneros, incluso algo de romántica. Todo lo anterior en un estilo de corrección estética y formal propio de alguien perfeccionista y que ama lo que hace. Muchos referentes anglosajones de primer nivel, un ritmo interno en cada estructura narrativa que hace la lectura continua y ligera. Cuenta también con muy buenas ideas y conceptos novedoso como en «Papá, no sé de dónde salen las arañas muertas» o «Sicigia». En resumen: cuentos para disfrutar en una lectura rápida.

Pero lo mejor de «Laulander» es la otra historia que cuenta y que es la que realmente engancha y crea el elemento aglutinante del recopilatorio, que no es otra que la vida de la propia autora. Partiendo de «A modo de prólogo», pasando por la presentación de la génesis y vivencias derivadas de cada relato, y finalizando en «A modo de epílogo», Magaña se dirige al lector para contar sus inicios como escritora, sus primeros pasos en concursos y antologías, las amistades que ha ido cultivando entre letras, las anécdotas vitales, las pérdidas, sus momentos de bloqueo creativo, los desencantos sufridos, pinceladas de su vida personal y profesional. Es en esta narración donde se puede apreciar cómo crece como escritora y desarrolla una voz propia, totalmente creíble y adictiva.

Ya había leído a esta autora antes en sus ficciones y es buena, pero me ha encantado su realidad escrita. Un manual de uso y disfrute para quienes comiencen a moverse por talleres y foros de creación literaria.


Y la más reciente, firmada por Wiss Ana Vivancos, publicada en su rinconcito virtual El Blog del Terror, puedes leerla pinchando en el enlace:

Laudaner no es un libro de relatos al uso, no. En esta antología Bea Magaña nos desnuda su alma de escritora con valentía y gran sinceridad.

Siguiendo el hilo de las publicaciones de sus diferentes relatos, el lector camina con la escritora y siente, junto a ella, sus miedos, sus anhelos, sus bloqueos y sus esperanzas.

Los dragones de Bea Magaña pareció que un día se extinguieron, pero no fue así. Se mantuvieron aletargados, durmientes, en el interior del corazón de su propia creadora para despertar de nuevo y comenzar a vivir con el nacimiento de esta original antología.

Wiss os recomienda leer este libro de relatos al estilo de "Rayuela" de Cortázar. ¿Cómo seguir el orden y entender el proceso evolutivo de esta escritora? Muy sencillo.

Primero, os aconsejo leer solamente las introducciones a los relatos, las que van en cursiva. En ellos se plasma con toda claridad el camino que va recorriendo la autora hasta llegar a lo que es hoy como escritora.

Segundo, hacer la lectura del todo en su conjunto, con su cursiva introductoria y el relato seguido. Así se consigue entender qué pasaba por la cabeza de Bea Magaña y por qué escribió cada relato.

Tercero. Solamente hacer la lectura de sus relatos como si de una antología tradicional se tratase para así disfrutar de su bella y cuidada prosa sin profundizar. Sencillamente, leer por el mero  placer de recorrer sus historias y disfrutarlas sin más, devorando sus páginas.

¿Con qué se queda Wiss?

Con "Laudaner", el primer relato que abre la antología, donde se atisban vestigios de un gran mundo, creado por la autora, que pugna por cobrar vida completa y ver la luz del día.

Y con "Criatura de fuego, criatura de luz" que cierra el libro y parece el fin pero, realmente, es el comienzo de un mundo nuevo. Y ella, lo sabe y, por eso, nos deja con la miel en los labios y con ganas de saber más de "Thèramon" y de sus personajes que luchan por cobrar vida en el interior de esta escritora fantástica y no solo porque se le dé de cine escribir fantasía.


Y no me queda más que dar las gracias a estas cinco lectoras que han dedicado unos minutos de su tiempo a dejar su opinión de forma pública para alentar a otros lectores a darle una oportunidad a mi libro, y que con sus palabras me han recordado por qué escribo. Me he tomado la libertad de subrayar las partes que más me han emocionado, las que me dicen que con Laudaner he conseguido mi propósito, que no es el de entretenerte sin más. Saber que mis experiencias y mis historias han logrado llegar al corazón de tantas personas me hace inmensamente feliz. De nuevo, Gracias por haber hecho posible que funcione la magia de las historias contadas hasta el final y compartidas.







jueves, 31 de diciembre de 2020

Y mañana quién sabe.

Que 2020 ha sido un año de mierda es algo en lo que todos estamos de acuerdo. Nos ha tocado enfrentarnos a algo que no esperábamos y todos, en mayor o menor medida, hemos perdido algo importante por el camino. Familiares, amigos, empleos, sueños, esperanza, toda pérdida es grave para el que la sufre, y lamento si has tenido que despedirte para siempre de un ser querido, pero no minimices el dolor de quien ha visto morir sus ilusiones o su fe. Las personas mueren, es inevitable, pero pasado el luto todos seguimos con nuestras vidas, también es inevitable. Te lo dice alguien que, aunque a veces parezca insensible, perdió a sus dos seres más queridos hace tiempo y siguió viviendo. Cuando la esperanza muere, sin embargo, no resulta tan fácil seguir adelante. Que seguimos respirando por inercia, claro, y nos movemos de forma automática, pero no vamos a ninguna parte, porque cuando uno deja de creer que la vida tiene sentido y es incapaz de ver ningún futuro allá delante no importa si se mueve o si se queda quieto, cuando la esperanza desaparece uno no se siente vivo. Y no hay nada más terrible que esa muerte figurada, en la que no hay ni olvido ni descanso.

El 2020 y el jodido virus que nos ha arrebatado los abrazos y los sueños han dejado una lista inmensa de fallecidos, y una no menos extensa de muertos que respiran pero que se sienten vacíos por dentro.

Pero no voy a ponerme negativa. Ayer —si ayer hubiera tenido ganas de escribir, que no era el caso, porque en medio de una crisis de fe siento más necesidad de desaparecer que de comunicarme— tal vez lo habría hecho, pero hoy es mi cumpleaños y llevo toooodo el día recibiendo abrazos, felicitaciones, regalos, llamadas, mensajes de Whatsapp y tengo el muro de Facebook a petar de palabras de cariño y de aliento, y no puedo sentirme triste o desesperanzada. Ni sola, ni vacía, cuando por todas partes y a lo largo de todo el día estoy viendo que se me aprecia, que se me echa de menos, que se me recuerda, que se me quiere. Cada amigo que ha venido a darme un abrazo o que me lo ha dado de forma virtual, cada conocido que ha dedicado unos minutos de su tiempo a desearme un feliz día ha hecho que menguara mi pena por los amigos que han desaparecido a lo largo del año, y me ha recordado que incluso los años más oscuros tienen momentos bonitos, y que son esos momentos los que le dan sentido a esto de vivir.

Y es por todos ellos por los que hoy estoy aquí, escribiendo de nuevo después de varios meses sin ánimos para hacerlo.

Verás, hoy mis compañeros del trabajo me han improvisado una tarta de cumpleaños con un pastelito de Pantera Rosa y una vela. Puedes reírte si quieres, pero saben que el rosa me hace feliz, así que han acertado de pleno con su elección. Y cuando he soplado la velita no he pedido ningún deseo. Porque si algo me ha enseñado este 2020 es que a veces los deseos se cumplen, y luego pasan cosas inesperadas e incomprensibles y el deseo cumplido se hace añicos y te destroza el corazón. Así que mejor no desear, no esperar nada, no ilusionarse, volver a colocarse la coraza de tía dura, borde y cáustica y evitar ese sufrimiento que las personas sensibles que van por la vida con una armadura —precisamente porque son en exceso sensibles— sienten cuando pasan esas cosas inesperadas e incomprensibles que cambian su mundo y se les rompe el corazón. Pero después de leer cada felicitación y de cada mensaje de voz y de cada llamada recibida he pensado que sí deseo una cosa: que vuelvan los abrazos; porque no hay nada que nos dé más energía y nos haga sentir más vivos que compartir lo que guardamos bajo la coraza con las personas a las que queremos.

Bien, hay algo que quiero compartir contigo, que sigues ahí incluso cuando yo no estoy, que sigues creyendo en mí incluso cuando yo dejo de creer en todo, que me recuerdas que a pesar de lo malo merece la pena vivir, pero vivir, no limitarse a respirar por inercia. Es un pedacito de eso que escondo bajo la coraza, y también es uno de los pocos recuerdos bonitos que he conseguido reunir en este año de mierda. Por eso he decidido sacarlo de su escondite y dejarlo aquí, acaso para recordarme a mí misma que si perdemos del todo la ilusión no importará que acabe el año, porque el siguiente será igual de asqueroso.

Antes de mostrarte ese pedacito, te diré que hace tres días —el día de las inocentadas, para más señas— escribí un post en mi Facebook que alegró a muchos. Tardo menos en mostrártelo que en resumirlo, así que ahí lo tienes:



Era mentira, desde luego, la única que suelto al año, porque no está en mi naturaleza mentir —ni siquiera cuando escribo historias, por si lo estabas pensando—, y al día siguiente hubo muchas reacciones de decepción y de tristeza porque, aunque a veces parezca que lo que escribo no le interesa a nadie, hay muchos esperando leer una nueva novela de Bea Magaña, mira tú por dónde. Esas reacciones me hicieron pensar durante varias horas, y al final ganó mi crisis de fe, lo que significa que lo más probable es que nunca llegue a terminar esa novela. Pero quién sabe, con el paso de los años he descubierto que las crisis, como los años de mierda, no duran eternamente, y que puede que uno respire por inercia al principio pero con el tiempo vuelve a sentirse vivo. Y es que la esperanza y la ilusión son tercas e imparables cuando deciden regresar, y no hay coraza que logre impedirles que germinen y se hagan grandes y poderosas. Así que quién sabe. Hoy siento que no tiene sentido que siga contando esa historia, pero a veces una historia decide que quiere ser contada y con el tiempo se sale con la suya —recuerda que VASL estuvo tres años olvidada en su carpeta y un día, sin que mi deseo o mi voluntad tuvieran nada que ver, me vi tecleando como en trance y en seis días le había puesto fin—, y no tengo intenciones de enviar todas esas páginas a la papelera.

Bien, pues este fragmento es parte de esa novela, que no está narrada en primera persona, así que podríamos decir que es el prólogo, o acaso una especie de sinopsis. De hecho, puede que si algún día la termino ni siquiera forme parte de ella, por eso lo comparto. El título, como de costumbre, me lo guardo para mí. Y la moraleja, si es que la tiene, es que a veces pasan cosas inesperadas e incomprensibles que cambian tu mundo, no siempre para peor. Eso es lo que quiero recordarme a mí misma esta noche, cuando faltan apenas un par de horas para que acabe un año que nos lo ha arrebatado casi todo. Quién sabe si el nuevo año nos lo devolverá con creces. Ya sabes lo que decimos en Thèramon: ama y cree. Yo hoy ni lo uno ni lo otro, pero quién sabe mañana ;)


«Era un hombre con una vida gris, casi en un fundido a negro constante, cuyos planes no iban más allá de los próximos minutos».

    Había lanzado un SOS virtual, como siempre que me bloqueaba y necesitaba un empujoncito que me ayudara a no caer en la trampa de las excusas y la procrastinación. Muchos amigos habían respondido. Él, de los primeros. Y me había dado algo más que una frase de inicio. Me había abierto la puerta de su alma.

    O eso pensé en aquel momento.

    Lo cierto es que yo no le veía como se había reflejado en aquella frase. Para mí era un chico extraordinario en un mundo saturado de personas ordinarias, y me moría por conocer cada detalle de su historia, que presumía rica en detalles y experiencias que yo no llegaría a vivir jamás fuera de los libros. Pero qué podía saber yo, si durante los últimos cuatro años me había limitado a mirarle desde lejos y no había cambiado más de dos frases seguidas con él. Bien, algo sí sabía. Dos largas conversaciones por medio del WhatsApp me habían servido para comprobar que era mi gemelo perdido. Y eso significaba, entre otras muchas cosas, que me iba a costar la vida acercarme lo suficiente para que él se diera cuenta de lo importante que se había vuelto para mí.

    Quince años atrás no le habría llamado gemelo perdido sino alma gemela. Pero mi parte romántica había muerto en algún punto del camino que quedaba a mi espalda, y ya no creía en flechazos ni en segundas oportunidades. Había mil motivos para que él nunca llegara a fijarse en mí de esa forma en la que los hombres se fijan en una mujer, pero la principal era que yo no esperaba que lo hiciera. No estaba preparada para derribar el muro que había construido a mi alrededor, ni para quitarme la coraza con la que me protegía del mundo en general y de los hombres en particular. Me había costado años recomponer mi corazón y no estaba dispuesta a verlo otra vez roto en un millón de pedazos. Por suerte para mí, era un espíritu afín: jamás me miraría con ojos de hombre porque estaba tan roto como yo.

    Y el hecho de que me lo dijera de aquella forma me daba esperanzas. Bien podría ser que estuviera equivocándome al dar por sentado que aquella confesión disfrazada de sinopsis era su propio grito de auxilio, pero si mi intuición era acertada el acercamiento sería inevitable. A largo plazo, eso sí. Pero con paciencia y con tiempo llegaría a conocerle.

    No quería nada más. Acercarme lo suficiente para llegar a ver al hombre que existía tras la coraza, ganarme su confianza, tener la oportunidad de pintar de colores su mundo y desterrar el gris de su vida. Me encantaba hablar con él, aunque solamente lo hiciéramos por mensajes de móvil, y sobre todo adoraba lo que me transmitía aun sin ser consciente de ello: cuando él aparecía salía el sol y cuando sonreía, algo que no hacía con frecuencia pero que siempre hacía cuando me miraba, llegaba la primavera. Nadie más había conseguido despertar tanto mi curiosidad como mi interés, y con el tiempo verle se había convertido en una necesidad. Sin embargo, no fantaseaba con un futuro juntos, ni siquiera imaginaba cómo sería formar parte de su vida, el órgano dedicado a fabricar ese tipo de sentimientos no me funcionaba desde hacía demasiado tiempo. Únicamente quería ser su amiga.

    Inocente de mí, no había contado con el deseo.


lunes, 30 de marzo de 2020

Inyectarse de fantasía para no morir de realidad


Vivimos días confusos y complicados en los que palabras y expresiones como virus, infectados, estado de alarma, cuarentena o pandemia mundial han dejado de ser exclusivas de las historias de terror que a muchos nos encanta leer. Encerrados en nuestras casas como medida de prevención, confinados en un intento de frenar el número de contagios, viendo en las noticias y a través de nuestras ventanas los efectos demoledores de un virus que se ha extendido por todo el planeta. Asustados por el presente, preocupados por el futuro, agobiados, luchando contra la ansiedad y la desesperanza.

Ahí fuera hay muchos héroes sin capa luchando contra el puto CoVid19, dándolo todo día tras día para que al resto no nos falten los servicios básicos, velando por nuestra seguridad. Dentro, sin embargo, hay muchos otros que están aportando su granito de arena para hacer que esta crisis sea lo más llevadera posible. Personas que, sin pretender ser héroes, están compartiendo sus capacidades y su talento para hacernos la cuarentena más amena: artistas que comparten su trabajo en las redes, escritores que ofrecen sus novelas en descarga gratuita, incluso fabricantes de memes divertidos que nos sacan una sonrisa o nos provocan una carcajada; y es que sin la risa, sin la música, sin las historias que nos evaden de la realidad durante un rato, sin el arte en general, ¿cómo dejaríamos de pensar en los hospitales colapsados, en las ciudades vacías, en los cientos de miles de infectados, en los miles de muertos, en el trabajo que no sabemos si recuperaremos cuando todo termine, en las facturas que no podremos pagar si no volvemos a trabajar, en los amigos que no sabemos si volveremos a ver?

Puede que el arte no vaya a salvar vidas, pero creo que Ray Bradbury tenía mucha razón cuando dijo que «Hay que inyectarse cada día de fantasía para no morir de realidad». No me malinterpretes: no estoy cerrando los ojos a esa realidad, no pretendo frivolizar con el sufrimiento al cual no soy inmune, tampoco obviar la gravedad de la situación en la que nos encontramos. Soy medio dragón pero tengo sentimientos, añoro la libertad tanto como tú y me angustia no saber qué va a pasar mañana. Pero estás aquí por dos motivos: te gusta leer y sabes a qué me dedico cuando me quito el uniforme y me siento frente al teclado. Así que vamos a desconectar un poco de las preocupaciones antes de que estas acaben con nuestra cordura y con nuestra esperanza.

El relato que vengo a presentarte forma parte de un proyecto llamado The Edge of Souls-Red Succubus, a cargo de ThedezStudio, que lleva meses cosechando lecturas y mecenas en Patreon*. Resumiendo mucho diré que se trata de un relato ilustrado que narra las aventuras de Lilim, una súcubo muy sexy y bastante pendenciera, en un mundo hostil de fantasía. Para saber más, visita la página de Facebook (enlace aquí).



En esta primera temporada, varios escritores nos hemos reunido para narrar las aventuras de Lilim a modo de introducción antes de la aventura principal. No es una historia escrita a varias manos y tampoco es lineal, sino que cada autor narra una aventura independiente dentro de (eso sí) un marco temporal y geográfico determinado. A través de esos, digamos, capítulos breves vamos conociendo un poco más tanto a Lilim como el mundo en el que se mueve. Cada relato va acompañado de una ilustración que tiene tres versiones, a saber: normal, desnudos parciales y desnudo completo. El autor de las ilustraciones es mi querido Dani Expósito**, y fue él quien me reclutó para formar parte de este proyecto.

Mi relato se titula La horma de mi zapato (enlace aquí) y no te voy a contar de qué va porque quiero que lo leas, pero sí te diré que es una mezcla de mis dos estilos (el elegante y el casi irreverente), que tiene mucho humor negro, bastante de erotismo y un poco de mi propia obsesión (je). En cuanto a la ilustración que lo acompaña, te lo diré con mis dos etilos: es una maravilla y ¡¡¡¡¡una puta pasadaaaaa!!!!!

Espero que lo disfrutes y que te haga olvidarte por un rato de las preocupaciones***.

*Patreon es una plataforma de micromecenazgo para proyectos creativos. Para que me entiendas: los artistas suben allí sus trabajos y reciben financiación directamente de los usuarios, ya sea por medio de una cuota de suscripción o mediante donaciones. A los suscriptores se les llama mecenas. No tienes que ser suscriptor para entrar a la página de Red Succubus (simplemente pincha en el enlace y una vez allí puedes acceder con tu cuenta de Facebook), ni para leer los relatos (a menos que estén etiquetados como X), ni para ver la ilustración principal (aunque sí para la segunda, que tiene desnudos parciales, y para la tercera, que tiene desnudos completos). Pero puedes hacerte mecenas por 1, 2 o 5 euros mensuales, que como ves es una cantidad que te puedes permitir incluso en estos días inciertos, y de esta forma tener acceso a los relatos y a las ilustraciones subiditos de tono a la vez que ayudas a ThedezStudio a seguir creando contenidos.

**Dani Expósito, como sabes, es el autor de la portada de Laudaner. Cuando se puso en contacto conmigo para proponerme formar parte de su proyecto yo llevaba casi un año sin escribir en serio. Estaba oxidada y no sabía si sería capaz de escribir algo que se ajustara a los parámetros que me dio y que además estuviera a la altura. Pero a Dani no puedo decirle que no, me hizo un regalo fantástico y me siento en deuda con él. Me ha costado dos meses arrancar (primero me frenaban mis propias dudas y después el avance del CoVid19, que con la cuarentena tengo todo el tiempo del mundo para escribir, pero a ver quién se inspira con el panorama que tenemos). Una vez tecleado el primer párrafo, fue cuestión de dos tardes que el relato se escribiera solo. Y, como todas esas historias que fluyen con naturalidad y se escriben prácticamente solas, el resultado es muy bueno. Así que vuelvo a estar en deuda con Dani, esta vez por creer en mí y por esperar a que encontrara el valor para volver a enfrentarme a la página en blanco y demostrarme a mí misma que SíPuedo.

***Recuerda que esta situación es temporal y que volveremos a pisar las calles, a abrazarnos y a quejarnos de que el trabajo no nos deja tiempo para dedicarnos a hacer esas cosas que nos gustan. Procura aprovechar el que tenemos ahora, y no pierdas la esperanza. Pero sobre todo #quédateencasa y mantente a salvo.

#QuédateEnCasaLeyendo







lunes, 16 de septiembre de 2019

Recomendados: Apocalipsis, de Carlos Moreno Martín


Hoy vengo como lectora beta, como amiga y como tía literaria a recomendarte una novela que es muy especial para mí, ya que la he visto nacer, la he ido leyendo capítulo a capítulo, la he corregido y la he disfrutado entre conversaciones sobre el bloqueo y sobre la vida, sobre los sueños y la amistad, sobre la ilusión y la esperanza; una historia a la que he aportado ideas, en la que he sugerido cambios, en la que me he involucrado y de cuyo resultado me siento muy orgullosa. Ha sido la primera vez que he acompañado a un amigo escritor desde el comienzo mismo de su viaje, he sido testigo de todo el proceso de creación, he reído y sufrido con sus personajes, he gritado de frustración ante cada final de capítulo y he exigido el siguiente porque quería, necesitaba saber qué más pasaba después.

Esta novela es la confirmación de que no existe el bloqueo cuando uno se deja de dudas y de excusas, de que cuando uno quiere encuentra el tiempo para hacer lo que el corazón le pide, de que cuando te sientes perdido no hay nada como tener un amigo que te ayude a encontrar el camino.

En resumen: esta novela es inspiración para mí.




Después de ocho años y once entregas, el Universo Quinox llega a su fin. Con Apocalipsis se pone el broche de oro a una aventura que comenzó con Quinox, el ángel oscuro 1: Exilio y a la que se han sumado las series Desde el infierno; Cadena Plateada y Cazadores del inframundo.

Apocalipsis es la unión de todos los personajes incluidos en esas series. Quinox, Víctor Alias, Cadena Plateada y Lince Smith tendrán que unir sus fuerzas para detener los destructivos planes de Yandros. Pero no estarán solos. Llama Blanca, Siriel, Filo y el resto de personajes les ayudarán en la mayor batalla que el mundo haya visto.

La novela se pondrá a la venta el próximo 17 de septiembre en formato digital en las tiendas online más importantes. Más adelante será publicada en formato papel.


Sinopsis:
Raven City. Para evitar una nueva Tormenta, Quinox y Jake Turner buscan desesperadamente a Jenny por toda la ciudad.

Fortune City. Cadena Plateada investiga sobre la misteriosa mujer de pelo verde que le aseguró que el mundo corría un gran peligro y que él, y otros como él, eran los elegidos para salvarlo.

Málaga. Lince Smith da con una pista que le dirá, por fin, la identidad de El Mago. Ahora solo necesitará presionarle para que resucite a Iris.

Mientras ellos viven sus vidas, una sombra se cierne sobre la humanidad. Yandros está lilsto para comenzar la invasión.

Ninguno de ellos sabe que sus pasos se unirán en la mayor guerra que el mundo haya conocido jamás. El final del Universo Quinox ha llegado. Y con él, el Apocalipsis.



Ficha técnica:
Autor: Carlos Moreno Martín
Corrección: Bea Magaña
Ilustración de portada: Andrea Saga
Fecha de publicación: 17 de septiembre
Editorial: Autopublicación


Sobre el autor:

Carlos Moreno Martín nació en Málaga, un dos de marzo de 1981. Desde pequeño, los libros fueron sus mejores amigos. Las novelas de aventuras de Clive Cussler y la fantasía de J.R.R. Tolkien le llevaron a mundos donde todo era posible.

Empeñado en crear mundos como esos, comenzó su primera novela: Crónicas de un reino sin ley, que nunca fue publicada. Más adelante, adaptaría tramas y personajes de esa novela para crear el Universo Quinox, un universo compartido en el que varias series distintas convergerían en una última novela: Apocalipsis.

Otras novelas ajenas al Universo Quinox son: Habitación fantasma: El misterio de la casa número 10, Riverside Falls y El guardián de la fantasía. Todas ellas disponibles en las tiendas digitales más importantes.


Sobre las distintas sagas que conforman este vasto universo:

Si bien Apocalipsis se puede leer de forma independiente como la novela de aventuras que es, lo recomendable es que le eches un vistazo a las historias que la preceden, tanto para conocer mejor a cada uno de los personajes como para entender por qué hacen lo que hacen en esta última. Para poder ayudar a Carlos con el argumento, una vez que me hubo explicado a grandes rasgos lo que tenía en la cabeza y antes de que se pusiera a teclear en serio, me leí las once novelas en una semana, y a lo largo de esos días me enganché al Universo Quinox y me enamoré de algunos de sus personajes.

Pero ¿en qué orden se han de leer? Pues voy a dirigirte al blog del autor para que tú mismo elijas el orden de lectura. Yo, personalmente, me las fui leyendo por sagas:

Quinox, el ángel oscuro. Volumen 1
Quinox 1: Exilio
Quinox 2: Las piedras de la decadencia
Quinox 3: Eternos

Cadena Plateada. Volumen 1
Cadena Plateada 1: La Tormenta
Cadena Plateada 2: Arenas de oro

Desde el infierno. Volumen 1
Desde el infierno 1: El Mago
Desde el infierno 2: El túnel de los gritos

Quinox, el ángel oscuro. Volumen 2
Quinox 4: Proyecto Caos
Quinox 5: Ascensión

Cazadores del inframundo
Cazadores del inframundo: El templo de Salomón (Especial Universo Quinox)
Cazadores del inframundo: La sangre de Valaquia 1
Cazadores del inframundo: La sangre de Valaquia 2


Bueno, ahí tienes horas de entretenimiento sano. Que disfrutes mucho con las aventuras de Víctor Alias, Quinox, Cadena Plateada, Lince Smith y el resto de héroes... y de villanos.

¡Hasta la próxima!